lunes, 11 de junio de 2007

la emboscada....

Opinión
Tulio HERNÁNDEZ
El Nacional
La emboscada
La semana que hoy concluye ha ratificado de manera absolutamente transparente la naturaleza del régimen cívico-militar que nos gobierna, las perversas concepciones que tienen sus dirigentes sobre la política y las instituciones democráticas, y, sobre todo, ha puesto en evidencia la pobreza intelectual, el dogmatismo y el simplismo moral sobre el que se ha venido edificando la llamada "revolución" bolivariana. La gota que rebasó el vaso y ha acelerado la caída de los residuos de la máscara democrática del presidente Hugo Chávez y sus más inmediatos seguidores ha sido la persistencia de las protestas de calle generadas por los estudiantes universitarios en repudio al proceso de estatización del espectro televisivo y, de manera muy especial, la descomunal marcha de las universidades nacionales realizada el pasado miércoles 6 de junio, sin lugar a dudas, una de las más grandes movilizaciones de masas que se recuerde en la historia del movimiento estudiantil venezolano. Demostrando de manera contundente la fuerza que tienen la protesta popular cuando se realiza de manera responsable y continuada, el novedoso movimiento estudiantil venezolano ha logrado dos cosas al mismo tiempo. Primero, sacar de sus casillas al Presidente de la República generándole uno de los más severos ataques del "priapismo comunicacional" –Pasquali dixit– que padece y obligándole a batir sus propios récords en lo que a obligar el país entero a escucharlo por la fuerza se refiere. Y, en segundo lugar, le ha asestado severos golpes a la estrategia oficial de no reconocer la existencia del país que le adversa y no concederle el más mínimo espacio de respeto a ninguno de los sectores que expresan su oposición. El primer golpe fue el de, burlando el acordonamiento policial que les impedía el paso, lograr movilizarse hasta el Tribunal Supremo de Justicia y hacer que una comisión de estudiantes fuera escuchada por un grupo de magistrados de la más importante institución judicial del país. El segundo, con una multitud eufórica como respaldo en las calle vecinas, presentarse en la sede del Ministerio Público y hacer que el propio fiscal general de la Nación escuchara las denuncias y exigencia de los dirigentes estudiantiles junto a las autoridades del Universidad Central de Venezuela. Y, el tercero, hacer escuchar una voz disidente en uno de los espacios más sectarios de la institucionalidad pública venezolana, la Asamblea Nacional. Y ha sido allí, en la Asamblea Nacional, y en la manera como la bancada oficialista –la única existente y dominante– intentó entrampar a los estudiantes que pelean en las calles contra la eliminación del pluralismo informativo, donde mejor se explica cómo entienden la política y cómo manejan las instituciones los ideólogos del proyecto bolivariano. En lugar de permitirle a los estudiantes ejercer el derecho de palabra que legítimamente habían solicitado, los diputados oficialistas, en lo que suponían sería un ardid genial, intentaron montar una suerte de circo romano en lo que prometía ser la cayapa del siglo –barras rojas rojitas, intimidación policial, claques cuidadosamente preparadas, intervenciones posteriores de los diputados– y en el que se pondría en escena como bien vimos un estudiado ejercicio de descalificación moral –"niños bien", "lacayos del imperialismo", "traidores a la patria" – que es la táctica de debate por excelencia del sector oficial. Pero no hubo espectáculo en la arena. Los diputados y su público se quedaron con las ganas de ver sangre porque los jóvenes estudiantes no gobierneros, en un arriesgado pero contundente giro de última hora, entendieron a plenitud la emboscada e hicieron presencia en la sala no para participar de la comedia sino para rechazarla recordando que su solicitud no había sido cumplida –habían solicitado un derecho de palabra y no un debate con el sector oficial– por lo que abandonaron la sala no sin antes leer el primer mensaje opositor que ha sido transmitido en cadena oficial. Lo que vino después fue Goliat contra David. Un largo y deplorable monólogo. Una muestra de cinco jóvenes bolivarianos, especies de réplicas o clones juveniles de Hugo Chávez, hablando como adultos moralistas, fueron pasando uno a uno a exhibir una extensa saga de lugares comunes, seguramente memorizados en las páginas de Los conceptos elementales del materialismo histórico o cualquier otros texto de autoayuda marxista, para demostrar la supuesta ilegitimidad de la lucha de los estudiantes demócratas. Quedó claro: que los diputados oficialistas no respetan al pueblo salvo cuando está a su favor; que se burlan de las instituciones democráticas y las manejan a su antojo; que usufructúan de manera ventajista y aplastante contra el adversario los recursos del Estado; y, que creen que los demás son pendejos.

1 comentario:

Tomás Fernández dijo...

Epale Gracias por el comentario y plis mandame la foto que se publico en la revista Etiqueta del matrimonio de carlos esta medio palo quiero publicarla
saludos